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"El destino no se puede engañar ni vencer, tan solo sucede."
Silene comenzó un viaje atraves del tiempo, del espacio y de diferentes vidas, pero siempre vuelve al mismo punto. Está atrapada en un laberinto imposible y le queda poco tiempo para finalizar la historia antes de que vuelva a empezar todo una vez más.

domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo 1 "Último Intento"

Apenas caí en la cuenta de que esto iba a ser tan sólo otra repetición de mi vida, me agarró un ataque de pánico, los ojos se me llenaron de lágrimas y me arrojé sobre el mullido edredón del que supuse, sería mi cuarto.
Había fallado.
Había sido tonta al creer que podía cambiar el destino yo sola. Y ahora estaba de vuelta encerrada en este ciclo sin fin como tantas vidas atrás, consumiéndome. No quería volver a pasar todo de nuevo, no quería sufrir más.
Aplasté el rostro contra la almohada y ahogué mis lágrimas en la suave tela. ¡No es posible, no otra vez! Sollozaba. ¡Ni siquiera podía suicidarme! ¿Cuántas veces iba a tener qe pasar por la misma vida? Ya me sabía la cronología completa. Sólo quería que todo terminara.
De pronto caí en la cuenta... Algo había cambiado. En esta vida, yo recordaba todo lo anterior al mismo instante de despertar, parecía casi una continuación. Lo normal hubiera sido comenzar a darme cuenta poco a poco del extraño dejavú en el que estaba metida, pero ahora sabía todo desde el comienzo... Me levanté de un salto y miré a mi alrededor. No, definitivamente no reconocía la habitación en la que me encontraba, dejé a a mis ojos acostumbrarse a la osuridad para poder observar bien a mi entorno lo que parecía una mansión antigua.
Era espaciosa con grandes ventanales adornados por espesas cortinas de raso que cubrían la luz, estaba en semipenumbra pero podía distinguir los muebles grandes y angulosos, los adornos tallados en las paredes, y los cuadros de marcos grandes y dorados. En una pared logré distinguir un espejo de medo cuerpo del mismo estilo que el resto del cuatro y me acerqué a él sigilosamente.
¿Qué aspecto tendría en esta vida? Había pasado por muchas épocas y estilos diferentes, había sido rubia, colorada, negra, alta, delgada, pequeña, regordeta, había tenido muchas vocaciones y profesiones, muchos hogares en tiempos distintos. Pero siempre la misma historia, las mismas personas en distintos envases...
Caminé hacia el espejo y, un poco nerviosa, me asomé hacia mi reflejo con terror de descubrir mi rostro al otro lado.
Para mi sorpresa, me quedé fascinada. Nunca había sido tan bonita. Mi cabello era castaño, casi negro, que caía en ondas hasta casi mi cintura, mis ojos eran grandes y ovalados, de un color castaño claro, enmarcados por unas finas cejas negras, mis labios eran carnosos y dejaban ver unos dientes blancos a la perfección. En la hendidura de la frente, entre las cejas tenía un ajana, el llamado tercer ojo, y tan sólo darme cuenta de que lo tenía, me invadió una inexplicable sensación de paz.
Bien, me dije, ahora será mejor que salga de esta habitación y me enfrente con mi actual realidad.
Tomé una gran bocanada de aire y me dirigí hacia la puerta del cuarto, la entreabrí despacio, provocando un chirrido que me hizo dar un respingo. Exhalé y salí al pasillo.
Toda la casa tenía ese estilo del siglo XVIII con largos cortinados, cuadros aparatosos y hasta candiles dorados, el suelo alfombrado y las grandes puertas. Pero no me detuve delante de ninguna de ellas, seguí caminando derecho por el pasillo, como si supiera lo que hacía, hasta llegar a una escalinata enorme de mármol my barandales, la cual bajé con cuidado de no resbalar por su superficie lustrosa.
La escalera daba a un salón muy grande y aparatoso para mi gusto, con más de esos ventanales, cortinas, alfobras y candiles. Me sentía inmersa en una película, pero a la vez fuera de ella, como si no perteneciera a ese lugar... De hecho no eres de aquí, me recordé a mi misma y sonreí al recordarlo.
Con la curiosidad a flor de piel me acerqué a uno de los ventanales y corrí la cortina, sólo para ver el inmenso jardín rodeado de árboles con un camino de piedras y pequeños setos de arbustos floridos.
Me asusté. ¿Podría ser que de verdad estuviera en el siglo XVIII? Nunca me había alejado tanto del... presente... Pero claro, esta vida ya se veía diferente de las demás.
-¡Silene!- Una voz grave y altanera hizo eco en toda la sala. Rápidamente me volví , sobresaltada y bajé la cabeza como si me estuvieran regañando.
Un hombre maduro, no tendría más de 40 años se acercaba a mi, vestido con un traje negro largo, un sombrero horrible y un bastón. Era moreno, de expresión seria y mirada un tanto impactante. Se lo veía bastante guapo.
-Silene-Repitió con tono enojado y voz pausada, como si le estuviera hablando a una persona sorda o a un niño pequeño-No debes estar así vestida en el salón. ¿Por qué no te has cambiado ya?
Yo levanté la mirada hacia él, confusa, sin saber si se dirigía del todo a mi. No reconocía ese nombre como mío... Pero tampoco lograba recordar mi nombre anterior. Intenté responderle pero me encontré con que no sabía que palabras utilizar, como si no supiera el idioma. Con mucho esfuerzo logré balbucear un "acabo de despertarme señor" en una voz que sonó un tanto extraña y demasiado musical para mis oidos.
-Bueno, ve a cambiarte ahora, ya te llamaré a la criada, recuerda que esto no es la India, aquí las cosas son bien diferentes...-luego se interrumpió, como si hubiera sentido que estaba explicando demasiado, se dio vuelta y salió del salón.
Soy Silene y soy de la India, soy Silene y soy de la India. Comencé a repetirme mientras subía las enormes escalinatas de regreso a mi habitación. Si, este sería el último intento de llevar una vida "normal" para mí. Quizás ahora pudiera resolver el laberinto...
Según parecía, esta vida estaba comenzando a sorprenderme, justo cuando creía que ya nada más tendría esa capacidad.

1 comentario:

  1. hola!!
    me encanto!! estupo super interesante!!
    en donde estara? y es de la india!!
    ya quiere ver que mas pasa, espero que publiques pronto!
    un beso.

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